SGAE contra la CNT

Como ya os habréis enterado la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) ha demandado a la Confederación Nacional del Trabajo por solidarizarse con la página de internet, Alasbarricadas.org que había sido demandado, a su vez, por la propia SGAE.
La SGAE, pone como excusa de sus demandas, la supuesta defensa de su honor para acallar toda réplica, crítica y enfado popular contra su asociación.
Pedro Farré, director de relaciones institucionales de la SGAE, dice: <>.
Han decidido dedicar su tiempo y dinero a emprender acciones legales contra cualquier escritor que utilice la metáfora y la ironía para criticarles (revistaquimera.com), cualquier blog que informe sobre iniciativas populares contra ellos (merodeando.com), cualquier administrador de foros que no censure los mensajes de internautas anónimos (alasbarricadas.org), cualquier servidor (Asociación de Internautas) que aloje páginas web como putasgae.org o enciclopedias participativas que hagan definiciones en clave de parodia sobre la SGAE, (frikipedia.es).


Hablemos claro, ¿Qué es la SGAE?

La SGAE es una asociación privada que intenta gestionar en España los caudales de todos los autores musicales, cinematográficos y teatrales del mundo, por lo que ha impuesto el cobro de su canon en todos los sitios públicos donde se escuche música (bares, autobuses o tiendas) y en todos los cines y teatros, ya sea esa música, cine o teatro, de sus asociados o no. Además, con la connivencia de los poderes públicos, ha impuesto un canon a todos los soportes repodructivos (CD, DVD, iPod, MP3 etc…), lo que supone que millones de ciudadanos son prejuzgados y gravados con un impuesto compensatorio que vulnera la presunción de inocencia y convierte al adquiriente de nuevas tecnologías en potencial vulnerador de los derechos del autor.
Un claro ejemplo de la dudosa legalidad recaudatoria de la SGAE es la referida a los festivales de música: cuando aún no se conoce a los artistas intervinientes, la asociación ya impone el cobro de su tarifa por el uso de sus canciones, aunque ni siquiera se sabe qué obras se van a interpretar. La asociación se dota a sí misma de legitimación y autoridad para promover, decretar y ejecutar medidas cuya adopción y ejecución está reservada a determinadas autoridades públicas.

La SGAE es una institución opulenta y antidemocrática en la que tiene derecho al voto menos de un 25% de sus miembros y, por si no fuera suficiente, nada clara sus cuentas. Prueba de esta opacidad es la sentencia de 26.10.01, de la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo que obliga a la asociación a facilitar los datos sobre las cantidades percibidas por sus asociados y que se negaba a entregar a la Subdirección General de la Propiedad Intelectual.

Además, en el desaforado afán de lucro de la SGAE, no quiere competidores. Por tanto, no es extraño que haya entrado en conflicto con su rival directo, DAMA, a la que intenta echar del mercado, en este caso, recaudando el dinero de los asociados pertenecientes a ésta, con el ardid de no darlos de baja como asociados propios, lo que vulnera la legislación de asociaciones.

Todo ello ha provocado una reacción en contra de la SGAE por parte de numerosos colectivos que han tenido que acudir a los tribunales de Justicia para dejar de ser importunados por la asociación y para poder demostrar que hay obras que no han de ser controladas necesariamente por ella, en contra de lo que esta pretende.

El cazador, cazado

La práctica de la SGAE la ha llevado a ser condenada en más de una ocasión por su reiterada actuación al imponer, por ejemplo, a las compañías discográficas independientes condiciones más penosas que las negociadas con las grandes multinacionales, más poderosas y que pueden mirar de igual a igual a la asociación, y que se niegan a pagar por los discos que aún no han vendido.

En el caso de los establecimientos de hostelería, para la SGAE, la simple tenencia de un aparato de radio es presunción de uso de obras de música gestionadas por ella y para la imposición del cobro del canon correspondiente. No obstante, los tribunales ya han reconocido la posibilidad de que haya obras musicales cuya gestión no puede arrogarse, como venía haciendo al pretender controlar y cobrar por uso de obras cuya gestión no le ha sido encomendada.

Importante es también el expediente sancionador que sigue contra la SGAE en la Agencia Española de Protección de Datos por los vídeos ilícitos que ésta graba durante los banquetes de bodas mediante detectives privados; porque la SGAE no conoce límites en su asedio y le planta cara hasta a un ayuntamiento, como el de Lugo, donde los empleados de la SGAE irrumpen sin autorización en los recintos de los conciertos que organiza el ayuntamiento, fiscalizando si se pide o no la entrada y si la misma es legal. Prueba de la actitud intromisiva de la asociación en las bodas es la sentencia de la Audiencia Provincial de Córdoba que frena en seco las pretensiones de la SGAE cuando decreta que de la celebración de bodas y de la existencia de aparatos de reproducción no consta necesariamente que se comunique al público obra que sea titularidad de la asociación.

Y así podríamos seguir enumerando casos donde la SGAE se comporta como el peor de los recaudadores feudales extendiendo entre la ciudadanía la idea de que es una sociedad de <> (basta teclear la apalabra <> en el buscador de Google para que la SGAE ocupe los primeros puestos en resultados).

La CNT ni se calla, ni se queda en casa

Una de sus señas de identidad ha sido y continúa siendo la dignidad, y por supuesto, siempre les han hecho frente a quienes, por medio de acciones represivas, intentan disuadirles de su forma de pensar o actuar. No serían lo que son si se replegaran, o miraran a otro lado cuando alguien es apabullado por la injusticia, aunque ésta tenga forma de legalidad. Continuaran solidarizándose con cualquiera que defienda los valores éticos y morales libertarios, cueste lo que cueste.




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